ORDEN SACERDOTAL
Mediante el sacramento del Orden, por institución divina, algunos de entre los fieles quedan constituidos en ministros sagrados y así son consagrados y destinados a servir, según el grado de cada uno, al Pueblo de Dios.
La existencia de una discapacidad física no se considera en sí misma como impedimento para que una persona acceda las Sagradas Órdenes. los candidatos para la ordenación deben poseer las cualidades y capacidades espirituales, físicas, humanas, morales, intelectuales, emocionales, y psicológicas necesarias para cumplir las funciones ministeriales del orden que reciben. El obispo local, el rector o el superior competente juzgan si los candidatos son apropiados para el ministerio ordenado en la Iglesia. Los casos se deben decidir de manera individual a la luz del juicio pastoral y el consejo de expertos implicados en temas de discapacidad.
La pastoral diocesanas de vocaciones y la comisión diocesana de atención a personas con discapacidad deben proporcionar consejos, recursos informativos, y acomodaciones razonables para hombres con discapacidades que están discerniendo su vocación a servir a la Iglesia a través de uno de los ministerios ordenados. En la preparación para el ejercicio responsable en el ministerio ordenado, el obispo diocesano y el rector o superior mayor debe procurar que la formación de todos los estudiantes en el seminario incluya la sensibilidad y experiencia con personas con discapacidad. los responsables de la formación debe consultar con personas con discapacidades, padres, psicólogos, educadores religiosos y otros expertos en la adaptación de programas para la formación ministerial en relación con las discapacidades. De hecho, podría ser incluso parte del programa de estudios en los seminarios y de la formación continuada del clero. Algunos hombres con discapacidad ya están sirviendo a la Iglesia como sacerdotes, o diáconos. El clero que tiene, o adquiere una discapacidad, debe tener acceso a recursos y adaptaciones que los ayuden a continuar su ministerio.